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Mostrando entradas de 2007

OTRA CARTA /JAIME SABINES

Siempre estás a mi lado y yo te lo agradezco. Cuando la cólera me muerde, o cuando estoy triste -untado con el bálsamo para la tristeza como para morirme- apareces distante, intocable, junto a mí. Me miras como a un niño y se me olvida todo y ya sólo te quiero alegre, dolorosamente. He pensado en la duración de Dios, en la manteca y el azufre de la locura, en todo lo que he podido mirar en mis breves días. Tú eres como la leche del mundo. Te conozco, estás siempre a mi lado más que yo mismo. ¿Qué puedo darte sino el cielo? Recuerdo que los poetas han llamado a la luna con mil nombres -medalla, ojos de Dios, globo de plata, moneda de miel, mujer, gota de aire- pero la luna está en el cielo y sólo es luna, inagotable, milagrosa como tú. Yo quiero llorar a veces furiosamente porque no sé qué, por algo, porque no es posible poseerte, poseer nada, dejar de estar solo. Con la alegría que da hacer un poema, o con la ternura que en las manos de los abuelos tiembla, te aproximas a mí y me const

CANTO DESTRUIDO / CARLOS PELLICER

¿En qué rayo de luz, amor ausente tu ausencia se posó? Toda en mis ojos brilla la desnudez de tu presencia. Dúos de soledad dicen mis manos llenas de ácidos fríos y desgarrados horizontes. Veo el otoño lleno de esperanza como una atardecida primavera en que una sola estrella vive el cielo ambulante de la tarde. Te amo, amor, y nada estoy diciendo para llamarte. Siento que me duelen los ojos de no llorar. Y veo que tu ausencia me encuentra como el cielo encendido y una alegría triste de no usarla como esos días en que nada ocurre y está toda la casa inútilmente iluminada. En la destruida alcoba de tu ausencia pisoteados crepúsculos reviven sus harapos, morados de recuerdos. En el alojamiento de tu ausencia todo lo ocupo yo, clavando clavos en las cuatro paredes de la ausencia. Y este mundo cerrado que se abre al interior de un bosque antiguo, ve marchitarse el tiempo, despolvorearse la luz, y mira a todos lados sin encontrar el punto de partida. Aunqu

ELEGÍA FRENTE AL RÍO / Efraín Bartolomé

...el triste corazón de los humanos. Percy B. Shelley Las once de la noche y el trópico descansa de un combate feroz contra sí mismo Vuelan nocturnas mariposas torpes Hiende la luz el agua Canta un sapo en la sombra que parte en dos la noche: denso muro de grillos Y estoy aquí sin tus libros a mano Oigo pasar el río que un kilómetro abajo se junta con el mar Fluye despacio la memoria: te conocí bajo el árbol de imágenes con el que reconstruiste el universo Pardeaban los sesenta Se hacía más confusa la confusión de los dieciséis años Adivino la palabra por tu voz de algún modo Pero sucede que no será posible decírtelo ni oírte ni mostrarte jamás mi primer libro A veces la vida muestra todo su obsceno resplandor Entonces el tiempo es una gota congelada un golpe suave que nos calla un segundo y fija con extraño poder la circunstancia Sucedió hace dos noch

Marianne / Enriqueta Ochoa

Después de leer tantas cosas eruditas estoy cansada, hija, por no tener los pies más fuertes y más duro el riñón para andar los caminos que me faltan. Perdona este reniego pasajero al no encontrar mi ubicación precisa y pasarme el insomnio acodada en la ventana cuando la lluvia cae, pensando en la rabia que muerde la relación del hombre con el hombre; ahondando el túnel cada vez más estrecho de esta soledad —en sí , un poco la muerte anticipada. Qué bueno que naciste con la cabeza en su sitio que no se te achica la palabra en el miedo, que me has visto morir en mí misma cada instante buscando a Dios, al hombre, al milagro. Tú sabes que nacimos desnudos, en total desamparo, y no te importa ni te s

Presagio / Margarita Paz Paredes

Es noche de diciembre y un presagio más agudo que el frío de todos los inviernos se aposenta en mi alma, en mi alma, donde un fuego puntual sigue licuando, lenta, pacientemente, los granizos hostiles del río congelado de lo sueños. Y el presagio es apenas un lamento indeciso, que no logra, integrarse en el llanto. Mi sangre es un oleaje agresivo y demente, en que navegan barcos fantasmas, sin piloto, hacia innombrables puertos donde atracan gaviotas de alas despedazadas por cuchillos violentos. Quiero saber mi historia, mi ubicación, mi nombre, mis pasos anhelantes por la tierra. Quiero tocar mis manos y mi frente, sorprender un calor sobre la estepa de mi piel dormida. Pero ya nada sé, nada interrumpe el enjambre tenaz de la vigilia. Pegajoso silencio se adhiere a las fronteras de mi sombra y una mortal indiferencia invade el espacio vacío. ¿Cómo, entonces, emprender un regreso para encontrar la ruta perdida entre la niebla? ¿Dónde la voz que se apagó en la tarde? ¿Por qué el amor, qu

fragmento de “Día 9 llagado de su desamor” de "Sindbad el varado"/ Gilberto Owen

Hoy me quito la máscara y me miras vacío y ves en mis paredes los trozos de papel no desteñido donde habitaban tus retratos, y arriba ves las cicatrices de sus clavos. De aquel rincón manaba el chorro de los ecos, aquí abría su puerta a dos fantasmas el espejo, allí crujió la grávida cama de los suplicios, por allá entraba el sol a redimirnos. Iba la voz sonámbula del pecho combo al pecho, sin tenerse a clamar en el desierto; ahora la ves, quemada y sin audiencia, esparcir sus cenizas por la arena. Iba la luz jugando de tus dientes a mis ojos, su llamarada negra te subía de los hombros, se desmayaba en sus deliquios en tus manos, su clavel ululaba en mi arrebato. Ahora es el desvelo con su gota de agua y su cuenta de endrinas ovejas descarriadas, porque no viven ya en mi carne los seis sentidos mágicos de antes, por mi razón, sin guerra, entumecida, y el despecho de oírte: "Siempre seré tu amiga

CIÑETE A MÍ/ WALT WHITMAN

Cíñete a mí, noche del seno desnudo; cíñete a mí, noche ardiente y nutricia! Noche de vientos del Sur, noche de grandes y pocos luceros, tú, que en la paz cabeceas, loca, desnuda noche de estío. Voluptuosa sonríe, ¡oh, tierra de fresco aliento ! Tierra de árboles adormilados y líquidos, tierra ya sin luz del ocaso, tierra de montes con cumbre de niebla, tierra donde derrama cristales el plenilunio azulado, tierra con manchas de luz y de sombra en las aguas del río, tierra de límpido gris y de nubes que para mí son más vivas y claras, tierra de abrazo anchuroso, tierra ataviada con flor de manzano sonríe ya, que tu amante se acerca. Versión de Màrie Manent

JUDITH / SILVIO RODRÍGUEZ

No puedo dejarte de ver arañando el silencio con tus ojos tratando de decir algo que las palabras nunca hubieran dicho mejor. Aquella mirada era el resumen de la noche posado en tus ojos con su lluvia, su viento y tu miedo al mar y aquel sueño que te conté. No puedo dejarte de ver describiendo una estrella descubierta por mí en tu erótica constelación que no cabe en los mapas del cielo. Tu mano dibujando en el aire era capaz de ponerle colores al espacio vacío que se llenaba con la luz de la estrella brillante. Cuida bien tus estrellas, mujer cuida bien tus estrellas, cuida bien tus estrellas, mujer cuida bien tus estrellas. Cuida bien tus estrellas, mujer. No puedo dejar de decir que hay idiomas perfectos por descubrir y que son olvidados frecuentemente en el tedio del tiempo y hay que buscarlos, porque los barcos y las piedras tienen abecedarios mejores para demostrar que son bellos sencillamente sin palabras o esquemas. No puedo dejar de decir que esta triste canción a tu lado oscur

ALGO SE ME HA QUEBRADO ESTA MAÑANA / RUBÉN BONIFAZ NUÑO

Para Abril Boliver Algo se me ha quebrado esta mañana de andar, de cara en cara, preguntando por el que vive dentro. Y habla y se queja y se me tuerce hasta la lengua del zapato, por tener que aguantar como los hombres tanta pobreza, tanto oscuro camino a la vejez; tantos remiendos, nunca invisibles, en la piel del alma. Yo no entiendo; yo quiero solamente, y trabajo en mi oficio. Yo pienso: hay que vivir; dificultosa y todo, nuestra vida es nuestra. Pero cuánta furia melancólica hay en algunos días. Qué cansancio. Cómo, entonces, pensar en platos venturosos, en cucharas calmadas, en ratones de lujosísimos departamentos, si entonces recordamos que los platos aúllan de nostalgia, boquiabiertos, y despiertan secas las cucharas, y desfallecen de hambre los ratones en humildes cocinas. Y conste que no hablo en símbolos; hablo llanamente de meras cosas del espíritu. Qué insufribles, a veces, las virtudes de la buena memoria; yo me acuerdo hasta dor

ESCRITO EN EL SILBATO DE UN TREN QUE NUNCA ACABA DE PARTIR/ ENRIQUETA OCHOA

Sobre el cansancio de estos días hambrientos de cariño, nieva soledad, muerde el frío el tiempo, se desmigaja la lluvia de mi ventana. De muy lejos llega el ladrido de un perro, el silbato de un tren que nunca acaba de partir, el susurro de los jinicuiles y los grillos que rompen en estrías la noche y mi corazón. Y mi corazón, ciervo acongojado, agoniza en un insomnio de muerte.

Re-conquista, Anel Nochebuena

I El tren sigue su marcha y me aleja de otro lugar, para llevarme a otro casi igual. Pienso que mientras el subcomandante Marcos pronuncia palabras seguramente históricas y la lucha se desata, los indios mueren uno a uno, con sus casas de palo y en sus vientres de polvo. Mientras, Europa es la tierra donde habitan los sueños que ya nadie sueña. II El tren sigue marchando, y huele a muerte de Dios. Te veo dormir. Blanco, todo blanco, pálido, casi de papel, barbado, hermoso y harto de serlo . Con piel de conquistador como si fueses hijo de Hernán o de cualquier otro. Y me miro, morena, oliendo a tierra, a muerte, igual de india que los míos. Y sé que lo sabes, porque tú, el hombre de al lado aún sueñas.

SI HUBIERA DE MORIR / JAIME SABINES

Si hubiera de morir dentro de unos instantes, escribiría estas sabias palabras: árbol del pan y de la miel, ruibarbo, cocacola, zonite, cruz gamada. Y me echaría a llorar. Uno puede llorar hasta con la palabra «excusado» si tiene ganas de llorar. Y esto es lo que hoy me pasa. Estoy dispuesto a perder hasta las uñas, a sacarme los ojos y exprimirlos como limones sobre la taza de café. («Te convido a una taza de café con cascaritas de ojo, corazón mío»). Antes de que caiga sobre mi lengua el hielo del silencio, antes de que se raje mi garganta y mi corazón se desplome como una bolsa de cuero, quiero decirte, vida mía, lo agradecido que estoy, por este hígado estupendo que me dejó comer todas tus rosas, el día que entré a tu jardín oculto sin que nadie me viera. Lo recuerdo. Me llené el corazón de diamantes —que son estrellas caídas y envejecidas en el polvo de la tierra— y lo anduve sonando como una sonaja mientras reía. No tengo otro rencor que el que tengo, y eso porque pude nacer ante

ALTAZOR - PREFACIO/ VICENTE HUIDOBRO

PREFACIO Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo; nací en el Equinoccio, bajo las hortensias y los aeroplanos del calor. Tenía yo un profundo mirar de pichón, de túnel y de automóvil sentimental. Lanzaba suspiros de acróbata. Mi padre era ciego y sus manos eran más admirables que la noche. Amo la noche, sombrero de todos los días. La noche, la noche del día, del día al día siguiente. Mi madre hablaba como la aurora y como los dirigibles que van a caer. Tenía cabellos color de bandera y ojos llenos de navíos lejanos. Una tarde, cogí mi paracaídas y dije: «Entre una estrella y dos golondrinas.» He aquí la muerte que se acerca como la tierra al globo que cae. Mi madre bordaba lágrimas desiertas en los primeros arcoiris. Y ahora mi paracaídas cae de sueño en sueño por los espacios de la muerte. El primer día encontré un pájaro desconocido

Albur del Amor

3 Aunque bien sé que no me extrañas, aunque tengo la razón, me acuerdo: el cáncer terminó; te ausentas por todo lo mal que supe amarte. Ya fui desventurado cuando estuviste aquí, y en el momento donde te vas, me desventuro. La sola ventaja de estar ciego es acaso no poder mirarte. Ya morir sin arrepentimiento es mi esperanza, y te lo digo porque al fin te conozco; que si he pedido muchas cosas, pude pagar con sobreprecio las pocas que me fueron dadas. Mientras más mal te portas, mucho más te voy queriendo, y porque espero menos, me injurio y te acrecientas. Así tuvo que ser: de tanto que te procuré, me aborreciste; tan sólo pesares te he dejado. Raspaduras de celos, dudas que no opacaron la certeza de cuanto en ti me desolaba. Tú, como si nada, te diviertes; pero entristécete: si todos sabrán que estoy quemado, ninguno sabrá que por tus llamas. Vete

Albur del Amor

1 Que el amor sea con nosotros, errantes en círculos perpetuos donde todo empieza en cada punto. Todo trabajo es nuevo ahora; es nueva ahora tu palabra en cada ocasión que me designa. Vértigo inmóvil de la rueda, estable torre de la flama, quietud paciente de la lluvia. De tan rojas, brillan y azulean las viejas lumbres de mis huesos. Y todo transcurre hacia sus causas . 2 Bueyes, puercos años han pisado sobre mí. Surcándome, pudriéndome. Qué pesadumbre encolmillada, qué patas, qué escamas, qué desastre. Hoy muchos muertos me acompañan y muchas pobrezas, y sepulcros abiertos, sin causa recordados, brotan, vomitan, me apedrean: con barras de nuesos me encarcelan. Y la memoria me devuelve míseros, amargos niños; rabias envejecidas como calles anónimas, como estar enfermo. Igual que en otro mundo, en ese mundo me encuentro; como en otro t

Yo también esperé / Silvia Tomasa Rivera

Yo también esperé antes de descender las rampas de la noche Desde el insomnio, ese oscuro y húmedo pasillo donde uno solo detiene las paredes, imaginé provincias empolvadas con niños gritando a media calle y muchachas oliendo a popelina. Yo también esperé largas noches con el sol en la entraña, hasta que cayeron las palabras como gotas de limón sobre la herida Más ahora nada es olvido. Un hombre sin mujer es lo mismo que una mujer sin hombre, el desperdicio de los sentidos una tristeza larga y la embestida de un tiempo que no descansa hasta dejarnos como un girasol a las 6 de la tarde. No hay que resignarse, digo que no hay que resignarse, es una broma de Dios este maltiempo. ¿Dónde están los hombres que he amado? ¿En qué caminos buscan lo que he perdido? A esta hora la fiebre me trae noticias vagas alguien descansa en una isla y no hay lugar en su costa para arrastrar mi sombra. En esta cama, enferma, irracional, llena de saliva de madrugada amarga, deliro, prendo fuego a su nombre y

Efrían Huerta / ALELUYA COCODRILOS SEXUALES ALELUYA

Para ella que me mira morir El gran río penetró la roca viva y se adelgazó hasta el miedo y el estruendo se hizo rayo se hizo ruina se hizo tonto esqueleto y hoy padece a lo largo de pieles de tigre a la orilla del cocodrilo que me sueña y me hunde en el naufragio de su carne tan blanca oh carne nacarada en medio de la arena como tú y estas dos medallas de oro que muerdo dalias de vida y de martirio y en ellas me retrato y consigo el descenso al dulce infierno de tu vientre y de nuevo los dientes ah malditos ah maldita tú también larga bestia ululante despierta lengua en aquel círculo de asesinos (Pierde toda esperanza amor mío) de almas danzantes albas cool cool cool cool jazz ¡Bríndamelo por fin Aleluya Aleluya magnífico Grijalba muerto de frío de rocas y pañuelos rojos Piérdete adelgázate hasta la soledad de los cocodrilos que agonizan

POEMA 1, 2 Y 3 DE MIGUEL HERNÁNEZ (1917/1938)

CANCIONERO Y ROMANCERO DE AUSENCIAS (1938-1941) [1] Ropas con su olor, paños con su aroma. Se alejó en su cuerpo, me dejó en sus ropas. Luchas sin calor, sábana de sombra. Se ausentó en su cuerpo. Se quedó en sus ropas. [2] Negros ojos negros. El mundo se abría sobre sus pestañas de negras distancias. Dorada mirada. El mundo se cierra sobre sus pestañas lluviosas y negras. [3] No quiso ser. No conoció el encuentro del hombre y la mujer. El amoroso vello no pudo florecer. Detuvo sus sentidos negándose a saber y descendieron diáfanos ante el amanecer. Vio turbio su mañana y se quedó en su ayer. No quiso ser.

DE DÓNDE HAS LLEGADO / ANA ISTARÚ

De dónde has llegado, hombre dormido. Qué nube te vertió, qué carabela. Quién te autoriza a este derrame de nenúfares, quién deslizó en tu tez el pájaro de plata. Te posas en mi lecho con descuido: eres un ángel olvidado dentro de un camarote. Yo no comprendo este hombre tan extenso. No puedo ya dormir: mi sábana se empeña en ser un viento alisio, la flor de lavanda . Mi almohada, que retoma su viaje de gaviotas. Mis antiguos zapatos, dos erizos. Y este hombre puqueñito , desnudo sin siquiera una gardenia. Porque mi manos vuela a su incauta porcelana a su carne de membrillos. Qué contratiempo Qué miraré otra vez ya nunca si solo puedo mirar mi visitante. De dónde vino la zarza de tu ceja los dos puntos de cobre de tu tórax . Qué pana buscaré si no tu vello Qué vaso, qué beso, qué ribera sin tu boca hombre dormido Qué pan de oro sin tu sueño

ALGÚN DÍA / ANA ISTARÚ

Algún día algún misterioso día húmedo me volcaré en mí misma para siempre, y no podrá nadie llamarme por mi nombre, porque seré un encierro de paz, único y eterno. Algún día húmedo, con el sello infinito de dos palabras: no volveré. Y la vida abierta y dolorosa bajará rodando por las gradas. De "Poesía escogida" 2002

FELICES LOS NORMALES / ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR

Felices los normales, esos seres extraños, Los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho, un hijo delincuente, Una casa en ninguna parte, una enfermedad desconocida, Los que no han sido calcinados por un amor devorante, Los que vivieron los diecisiete rostros de la sonrisa y un poco más, Los llenos de zapatos, los arcángeles con sombreros, Los satisfechos, los gordos, los lindos, Los rintintín y sus secuaces, los que cómo no, por aquí, Los que ganan, los que son queridos hasta la empuñadura, Los flautistas acompañados por ratones, Los vendedores y sus compradores, Los caballeros ligeramente sobrehumanos, Los hombres vestidos de truenos y las mujeres de relámpagos, Los delicados, los sensatos, los finos, Los amables, los dulces, los comestibles y los bebestibles. Felices las aves, el estiércol, las piedras. Pero que den paso a los que hacen los mundos y los sueños, Las ilusiones, las sinfonías, las palabras que nos desbaratan Y nos construyen, los más locos que sus madres, los m

Con Diez Años De Menos / Silvio Rodríguez

Si fuera diez años más joven, qué feliz y qué descamisado el tono de decir: cada palabra desatando un temporal y enloqueciendo la etiqueta ocasional. Los años son, pues, mi mordaza, oh mujer; sé demasiado me convierto en mi saber. Quisiera haberte conocido años atrás para sacar chispas del agua que me das, para empuñar la alevosía y el candor y saber olvidar mejor. Esta mujer propone que salte y me estrelle contra un muro de piedras que alza en el cielo. Y como combustible me llena de anhelos, de besos sin promesa y sentencias sin leyes. Esta mujer propone un pacto que selle la tierra con el viento, la luz con la sombra. Invoca los misterios del tiempo y me nombra. Esta mujer propone que salte y me estrelle sólo para verle, sólo para amarle, sólo para serle, solo y no olvidarle. Con diez años de menos, no habría esperado por sus proposiciones y hubiera corrido como una fiera al lecho en que nos conocimos, impúdico y sangriento, divino y alado. Con diez años de menos, habría blasfe

Nostalgia de mujer/ Carmen Conde

Mil años ante Ti son como sueño. Como de aguas el grosor de una avenida. Hierba que en la mañana crece, florece y crece en la mañana aunque a la tarde es cortada y se seca. ¿Qué es el tiempo ante Ti, qué son los truenos que blandes contra mí cuando me nombras? Pavor siento a tu idea, te veo hosco mirándome en la lumbre de tu Arcángel. La espada Tú también, eres el filo y el pomo que se aprieta con el puño. Para verte a Ti mismo me has nacido. Por no estar solo con tu omnipotencia. Soy la nada, soy de tiempo, soy un sueño... Agua que te fluye, hierba ácida que cortas sin amor... Tú no me quieres.

El juego inventa el juego

¿No será mal negocio este que somos de besos y piernas y de pieles? A diario hacemos cuentas y balances, a diario negociamos con nuestros cuerpos y con nuestras almas. Inútilmente a ciegas, sordos. Inútilmente. Inútil. Los dos robamos. Ambos somos venales. Nos vigilamos, nos enternecemos. Yo acaricio el talón de esta mujer, muy suavemente -con la yema de la yema de los dedos- buscando el punto débil, el talón del talón el atajo más corto el inhollado centro de su vida. Inútilmente . Inútil. Y ella me toca a mí y me mira completo, con sus manos omnimodas . Busca un hueco en el torso, una fisura para hundir el brazo tras tesoros supuestos. Inútilmente. Inútil. Tal vez, acaso, a lo mejor, quizá, en el fondo, dicho de algún modo, en cierta forma entonces, no lo sé, es posible; no nos hemos tocado, ni nos conocemos ni hemos estado aquí, ni importa a nadie lo que nos suceda; y no somos humanos ni hemos sentido dentro cos

Losa del desconocido / Alí Chimacero

CUANDO hayas terminado, mira este muro ardiente donde la bestia cumple su reposo. Nada el azar evoca. Lejanías de olas invisibles, lenta serpiente antes del pecado o hermosas ruinas en fábulas al verde despeñadas semejan ecos de mujer que confundía el gozo con la reproducción. Pasa el desconocido. Como viento de infamia los recuerdos sitian su ávido esperar la aparición: relámpago en la arena al naufragio parecido, espuma a término llegada bajo ira, rumor, bostezo, ociosidad. Otros han de morir. Desde la puerta, quieto en el sitio del pasado, contemplo los placeres en patria sin espigas: vacío luego que se dice adiós, urna de oscuridad adonde amores no recurren ni odios se proclaman. El huracán cesó y en torno de la estrella recuerda en mí la soledad su nombre.

El tigre en la casa (fragmento) /Eduardo Lizalde

4 Que tanto y tanto amor se pudra, oh dioses: que se pierda tanto increíble amor. Que nada quede, amigos, de esos mares de amor, de estas verduras pobres de las eras que las vacas devoran lamiendo el otro lado del césped, lanzando a nuestros pastos las manadas de hidras y langostas de sus lenguas calientes. Como si el verde pasto celestial, el mismo océano, salado como arenque, hirvieran. Que tanto y tanto amor y tanto vuelo entre unos cuerpos al abordaje apenas de su lecho, se desplome. Que una sola munición de estaño luminoso, una bala pequeña, un perdigón inocuo para un pato, derrumbe al mismo tiempo todas las bandadas y desgarre al cielo con sus plumas. Que el oro mismo estalle sin motivo. Que un amor capaz de convertir al sapo en rosa se destroce. Que tanto y tanto, una vez más, y tanto, tanto imposible amor inexpresable nos vuelva tontos, monos sin sentido. Que tanto amor queme sus naves antes de llegar a tierra. Es esto, dioses, poderosos amigos, perros, niños, animales domé

Poemas 5 y 15

5. Para que tú me oigas mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de las gaviotas en las playas. Collar, cascabel ebrio para tus manos suaves como las uvas. Y las miro lejanas mis palabras. Más que mías son tuyas. Van trepando en mi viejo dolor como las yedras. Ellas trepan así por las paredes húmedas. Eres tú la culpable de este juego sangriento. Ellas están huyendo de mi guarida oscura. Todo lo llenas tú, todo lo llenas. Antes que tú poblaron la soledad que ocupas, y están acostumbradas más que tú a mi tristeza. Ahora quiero que digan lo que quiero decirte para que tú las oigas como quiero que me oigas. El viento de la angustia aún las suele arrastrar. Huracanes de sueños aún a veces las tumban. Escuchas otras voces en mi voz dolorida. Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas. Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme. Sígueme, compañera, en esa ola de angustia. Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras. Todo lo ocupas tú, todo lo ocu

Somos la contradicción amurallada

Somos la contradicción amurallada en el fin del amor. ¿No dije que el amor no tenía fin? Entonces porque mis sentidos ya no están alterados, y mi casa se ha convertido en el único sitio donde no quiero estas. ¿Por qué esquivo tu nombre de las conversasiones y luego hablo de ti como de un mundo ajeno de un planeta sin luz del que hubiera leído las cosas más extrañas? Cuál precio duele más en la alta jerarquía del sentimiento, ¿El amor o el olvido? ¿Y si aún hay amor, y si el olvido no bloquea la memoria hasta el punto que arde? ¿Y si volvemos a intentarlo juntos, qué sería de nosotros? Silvia Tomasa Rivera, " Somos la contradicción amurallada " en Como las uvas, p.93.

AL SILENCIO

Oh voz, única voz: todo el hueco del mar, todo el hueco del mar no bastaría, todo el hueco del cielo, toda la cavidad de la hermosura no bastaría para contenerte, y aunque el hombre callara y este mundo se hundiera oh majestad, tú nunca, tú nunca cesarías de estar en todas partes, porque te sobra el tiempo y el ser, única voz, porque estás y no estás, y casi eres mi Dios, y casi eres mi padre cuando estoy más oscuro. Gonzálo Rojas

NOSTALGIA DEL NUEVO AMOR

Qué más quisiera yo que amarte igual que se pronuncia qué horas son y se responde son las ocho. Amarte con la naturalidad del que se arroja de un sexto piso y del que pide el periódico en la esquina. Decirte - qué más quisiera - tengo mis labios vacantes de tus labios y mis manos huérfanas de tus senos. No quepo en mis zapatos de tan solo ni me peinan veinte peines de tan triste. Los discos viejos me socorren, de tan menesteroso que parezco, y lanzo mis tristes redes a mis pensamientos oceánicos. Qué más quisiera yo que tú estuvieras para no ponerme siniestro. Pero alguien se bebió mi corazón a cubetadas. Alguien que se debe estar muriendo de la risa todas las tardes a las cuatro, se llevó mis caricias por costales, me quitó hueso por hueso, ronda la almohada y la moja. Todo se lo llevó: calzones, calcetines, sueños y fantasmas, la basura del alma y hasta el palo de la escoba. No me dejó ni cambio para el metro.

Bahía

¿Cómo comer sin ti, sin la piadosa costumbre de tus alas que refrescan el aire y renuevan la luz? Sin ti, ni el pan ni el vino, ni la vida, ni el hambre, ni el jugoso color de la mañana tienen ningún sentido ni para nada sirven. Allá fuera está el mar, allá fuera, en el mundo, estás tú. Comiendo tú sin mí: tu hambre, tu pan, tu vino y tu mañana. Yo aquí, ante los manteles opacos y la bebida amarga, ante platos sin sabor ni colores. Lo intento, sí, lo intento, pero cómo comer sin ti, ni para qué... Tú te has llevado tu olor a bosque y el gusto de la vida. Fuera están mar y aire. Dentro, yo solo frente a la mesa puesta que ha perdido su voz y su alegría. Antonio Gala

MONUMENTO AL MAR

Paz sobre la constelación cantante de las aguas Entrechocadas como los hombros de la multitud Paz en el mar a las olas de buena voluntad Paz sobre la lápida de los naufragios Paz sobre los tambores del orgullo y las pupilas tenebrosas Y si yo soy el traductor de las olas Paz también sobre mí. He aquí el molde lleno de trizaduras del destino El molde de la venganza Con sus frases iracundas despegándose de los labios He aquí el molde lleno de gracia Cuando eres dulce y estás allí hipnotizado por las estrellas He aquí la muerte inagotable desde el principio del mundo Porque un día nadie se paseará por el tiempo Nadie a lo largo del tiempo empedrado de planetas difuntos Este es el mar El mar con sus olas propias Con sus propios sentidos El mar tratando de romper sus cadenas Queriendo imitar la eternidad

Tiempo Caducado

Qué horrible es llegar tarde. A todo sitio, tarde. No sé si estoy despierta o si he perdido el alma entre el granizo mudo bajo el que duermen, apretados, mis muertos. No sé. Pero tal vez estoy aquí, abocada, mirando cómo el dolor se tuerce en el fondo del pozo que es este cuerpo roto, mío, del que vengo tirando. El toro de mi sangre muge y un golpe de martillo me salta la cabeza. Estoy ciega, ciega, ciega. Sí: ya sé que hay una calle para el amor, un rincón para la ternura en donde está la luz creciendo. Desde niña he oído este pregón y he ido tacteando, husmeando, lamiendo cada loza hasta sangrar la lengua, hiriéndome en los muros. Pero, ¡mentira! No hay calle. No hay rincón. No hay salida. Desde el pretil del pecho, desde la punta de la palabra que persiste en salir o estallarme dentro, agito los brazos encrespados. Mi boca es un amargo bramido, y aquí estoy. No sé si estoy despierta. Pero me duelen estos dos ojos de cristal vacío, estos dos ojos de luna fría que nunca encontraron el

Bartolomé, Efraín: poema 12 en Cuadernos contra el Ángel

Uno ama Es amado Saca rosas rojísimas de la piedra más negra Vive en resumen Ríe Cultiva su jardín en las tinieblas Uno no necesita más tiempo quemándose a su paso como una hoguera suave marchando pues al ritmo de la sangre sobre las tarde tibias y empedradas Pero un día conoce la temperatura del deseo Uno la ama toda la tarde bajo la tempestad Un día sus labios quema con dulcísimo sol el hombro de uno Una noche la sueña: cruza con ella ríos inesperados Uno ya no es el mismo Mira su rostro en el espejo redondo de su vino: en el espejo donde uno se disuelve Se hace pequeño el mundo Ya no le alcanza el aire el día la luna de antes Uno despierta un día sobre el lecho de siempre y se encuentra más solo Uno se pone triste de repente Uno se ve las manos en la luz: algo les falta Uno siente sus bra