El Más Hermoso Territorio de Francisco Brines El ciego deseoso recorre con los dedos las líneas venturosas que hacen feliz su tacto, y nada le apresura. El roce se hace lento en el vigor curvado de unos muslos que encuentran su unidad en un breve sotillo perfumado. Allí en la luz oscura de los mirtos se enreda, palpitante, el ala de un gorrión, el feliz cuerpo vivo. O intimidad de un tallo, y una rosa, en el seto, en el posar cansado de un ocaso apagado. Del estrecho lugar de la cintura, reino de siesta y sueño, o reducido prado de labios delicados y de dedos ardientes, por igual, separadas, se desperezan líneas que ahondan. muy gentiles, el vigor mas dichoso de la edad, y un pecho dejan alto, simétrico y oscuro. Son dos sombras rosadas esas tetillas breves en vasto campo liso, aguas para beber, o estremecerlas. y un canalillo cruza, para la sed amiga de la lengua, este dormido campo, y llega a un breve pozo, que es infantil sonrisa, breve dedal del aire. En esa rectitud de unos hombro
en la luz primera guardé mi voz