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Mostrando entradas de julio, 2008

WALKING AROUND/ Pablo Neruda

SUCEDE que me canso de ser hombre. Sucede que entro en las sastrerías y en los cines marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro navegando en un agua de origen y ceniza. El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos. Sólo quiero un descanso de piedras o de lana, sólo quiero no ver establecimientos ni jardines, ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores. Sucede que me canso de mis pies y mis uñas y mi pelo y mi sombra. Sucede que me canso de ser hombre. Sin embargo sería delicioso asustar a un notario con un lirio cortado o dar muerte a una monja con un golpe de oreja. Sería bello ir por las calles con un cuchillo verde y dando gritos hasta morir de frío. No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas, vacilante, extendido, tiritando de sueño, hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra, absorbiendo y pensando, comiendo cada día. No quiero para mí tantas desgracias. No quiero continuar de raíz y de tumba, de subterráneo solo, de bodega con muertos ateridos, muriéndome de p
Epistola / de la sección Adherencias, del poemario En señal del cuerpo , de Félix Suárez Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 1997 Arroja tus mensajes por los quicios de mi puerta. Escríbeme que aún vives. Que me amas. O que me amaste un día y hoy no soy sino tu ropa sucia, tu zapatilla escasa. Escríbeme, por Dios. Yo guardaré en un libro cada línea de tu mano, para que en otros días, si a caso las reencuentro por ahí, me alumbren al mirarlas todavía.

PARA LOS QUE LLEGAN A LAS FIESTAS / Rubén Bonifaz Nuño

Para los que llegan a las fiestas ávidos de tiernas compañías, y encuentran parejas impenetrables y hermosas muchachas solas que dan miedo -pues no uno sabe bailar, y es triste-: los que se arrinconan con un vaso de aguardiente oscuro y melancólico, y odian hasta el fondo su miseria, la envidia que sienten, los deseos: para los que saben con amargura que de la mujer que quieran les queda nada más que un clavo fijo en la espalda y algo tenue y acre, como el aroma que guarda el revés de un guante olvidado; para los que fueron invitados una vez; aquellos que se pusieron el menos gastado de sus dos trajes y fueron puntuales; y en una puerta, ya mucho después de entrados todos, supieron que no se cumpliría la cita y volvieron despreciándose; para los que miran desde afuera, de noche, las casas iluminadas, y a veces quisieran estar adentro: compartir con alguien mesa y cobijas o vivir con hijos dichosos; y luego comprenden que es necesario hacer otras cosas, y que vale mucho más sufrir que s

GRAVITACIÓN / JUAN JOSÉ ARREOLA

Los abismos atraen. Yo vivo a la orilla de tu alma. Inclinado hacia ti, sondeo tus pensamientos, indago el germen de tus actos. Vagos deseos se remueven en el fondo, confusos y ondilantes en su lecho de reptiles. ¿De qué se nutre mi contemplación voraz? Veo el abismo y tú yaces en lo profundo de ti misma. Ninguna revelación. Nada que se parezca al brusco despertar de la conciencia. Nada sino el ojo que me devuelve implacable mi descubierta mirada. Narciso repulsivo, me contemplo el alma en el fondo de un pozo. A veces el vértigo desvía los ojos de ti. Pero siempre vuelvo a escrutar en la sima. Otros, felices, miran un momento tu alma y se van. Yo sigo a la orilla, ensimismado, Muchos seres se despeñan a lo lejos. Sus restos yacen borrosos, disueltos en la satisfacción, Atraído por el abismo, vivo la melancólica certeza de que no voy a caer nunca.