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Mostrando entradas de febrero, 2018

Declaración de odio / Efraín Huerta

Estar simplemente como delgada carne ya sin piel, como huesos y aire cabalgando en el alba, como un pequeño y mustio tiempo duradero entre penas y esperanzas perfectas. Estar vilmente atado por absurdas cadenas y escuchar con el viento los penetrantes gritos que brotan del océano: agonizantes pájaros cayendo en la cubierta de los barcos oscuros y eternamente bellos, o sobre largas playas ensordecidas, ciegas de tanta fina espuma como miles de orquídeas. Porque, ¡qué alto mar, sucio y maravilloso! Hay olas como árboles difuntos, hay una rara calma y una fresca dulzura, hay horas grises, blancas y amarillas. Y es el cielo del mar, alto cielo con vida que nos entra en la sangre, dando luz y sustento a lo que hubiera muerto en las traidoras calles, en las habitaciones turbias de esta negra ciudad. Esta ciudad de ceniza y tezontle cada día menos puro, ciudad de acero, sangre y apagado sudor. Amplia y dolorosa ciudad donde caben los perros, la miseria y los homosexua

IV Ragtime / José Carlos Becerra

A Héctor Raúl Valero Hablar, tal vez hablar en los devoramientos del alba, en las cenizas frías, en las constancias que no habrá de leer nadie;   hablar en el mismo espacio de una voz que no llegó hasta estas palabras, que se perdió en el ruido de una frase como ésta;   hablar donde respira aquello que ocultamos,   crímenes que cometieron por nosotros los hombres de otra historia, la otra de nosotros mismos.   No usurpa la madrugada aquel que roe su amor,   aquel que conoce de cercas la risa de la hiena, la cama sin orillas del moribundo,   la ratonera donde los aspirantes a reyes colocan su angustia como un pedazo de queso.   He aquí mi parte en este festín de polvo,   en esta llamarada donde me quemo los dedos al escribir dudando de lo que digo, temblando por no hundirme en el sopor de ciertas palabras que me llegan al cuello.   He aquí mi parte, he aquí mi parte en este es