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Mostrando entradas de septiembre, 2007

JUDITH / SILVIO RODRÍGUEZ

No puedo dejarte de ver arañando el silencio con tus ojos tratando de decir algo que las palabras nunca hubieran dicho mejor. Aquella mirada era el resumen de la noche posado en tus ojos con su lluvia, su viento y tu miedo al mar y aquel sueño que te conté. No puedo dejarte de ver describiendo una estrella descubierta por mí en tu erótica constelación que no cabe en los mapas del cielo. Tu mano dibujando en el aire era capaz de ponerle colores al espacio vacío que se llenaba con la luz de la estrella brillante. Cuida bien tus estrellas, mujer cuida bien tus estrellas, cuida bien tus estrellas, mujer cuida bien tus estrellas. Cuida bien tus estrellas, mujer. No puedo dejar de decir que hay idiomas perfectos por descubrir y que son olvidados frecuentemente en el tedio del tiempo y hay que buscarlos, porque los barcos y las piedras tienen abecedarios mejores para demostrar que son bellos sencillamente sin palabras o esquemas. No puedo dejar de decir que esta triste canción a tu lado oscur

ALGO SE ME HA QUEBRADO ESTA MAÑANA / RUBÉN BONIFAZ NUÑO

Para Abril Boliver Algo se me ha quebrado esta mañana de andar, de cara en cara, preguntando por el que vive dentro. Y habla y se queja y se me tuerce hasta la lengua del zapato, por tener que aguantar como los hombres tanta pobreza, tanto oscuro camino a la vejez; tantos remiendos, nunca invisibles, en la piel del alma. Yo no entiendo; yo quiero solamente, y trabajo en mi oficio. Yo pienso: hay que vivir; dificultosa y todo, nuestra vida es nuestra. Pero cuánta furia melancólica hay en algunos días. Qué cansancio. Cómo, entonces, pensar en platos venturosos, en cucharas calmadas, en ratones de lujosísimos departamentos, si entonces recordamos que los platos aúllan de nostalgia, boquiabiertos, y despiertan secas las cucharas, y desfallecen de hambre los ratones en humildes cocinas. Y conste que no hablo en símbolos; hablo llanamente de meras cosas del espíritu. Qué insufribles, a veces, las virtudes de la buena memoria; yo me acuerdo hasta dor

ESCRITO EN EL SILBATO DE UN TREN QUE NUNCA ACABA DE PARTIR/ ENRIQUETA OCHOA

Sobre el cansancio de estos días hambrientos de cariño, nieva soledad, muerde el frío el tiempo, se desmigaja la lluvia de mi ventana. De muy lejos llega el ladrido de un perro, el silbato de un tren que nunca acaba de partir, el susurro de los jinicuiles y los grillos que rompen en estrías la noche y mi corazón. Y mi corazón, ciervo acongojado, agoniza en un insomnio de muerte.