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Mostrando entradas de abril, 2009

Exilio/ Alejandra Pizarnik

Exilio A Raúl Gustavo Aguirre Esta manía de saberme ángel, sin edad, sin muerte en qué vivirme, sin piedad por mi nombre ni por mis huesos que lloran vagando. ¿Y quién no tiene un amor? ¿Y quién no goza entre amapolas? ¿Y quién no posee un fuego, una muerte, un miedo, algo horrible, aunque fuere con plumas, aunque fuere con sonrisas? Siniestro delirio amar a una sombra. La sombra no muere. Y mi amor sólo abraza a lo que fluye como lava del infierno: una logia callada, fantasmas en dulce erección, sacerdotes de espuma, y sobre todo ángeles, ángeles bellos como cuchillos que se elevan en la noche y devastan la esperanza.

Épica de José Carlos Becerra

Me duele esta ciudad, me duele esta ciudad cuyo progreso se me viene encima como un muerto invencible, como las espaldas de la eternidad dormida sobre cada una de mis preguntas. Me duelen todos ustedes que tienen por hombro izquierdo una lágrima, ese llanto es una aventura fatigada, una mala razón para exhibir las mejillas. En estas palabras hay un poco de polvo egipcio, hay unas cuantas vendas, hay un olor de pirámides adormecidas en el algodón del pasado, y hay también esa nostalgia que nos invade en ciertas tardes, cuando la lluvia se enreda en nuestro corazón como los cabellos húmedos y largos de una mujer desconocida. Estuve atento a la edificación de los templos, al trazo de las grandes avenidas, a la proclamación de los hospitales, a la frase secreta de los enfermos, vi morir los antiguos guerreros, sentí cómo ardían los ángeles por el olor a vuelo quemado. Me duele, pues, esta convocatoria inofensiva, esta novia de blanco, esta mirada que cruzo con mi madre muerta, esta espina