La criatura duerme, pero las figuras agazapadas
se transmutan como en un caleidoscopio
esperando la voz del que la ama
para beber su fuerza de rocío
sobre el abismo anhelante.
El que la ama viene con la flor de sus caídas
y los cabellos mojados de la noche,
el oro de los perfumes y una delgada pregunta
que entra a través de la ventana.
La esbelta cintura que acude a sus cerrojos
y recrea el almíbar de la piel desnuda,
el gusto a magma del labio adelantado
¿Cómo es la voz de ese que la ama?
¿Cómo es la mano que suda en agua de jazmines
cuando abre la puerta y sólo la ciudad irrumpe?
Él ya no está. Y aunque lo busque,
no es esta noche de conjurados y guardias susurrantes
la más propicia para curar nuestras heridas
y combatir el virus del amor.
Tomado de la sección La raíz de los sueños, del libro Criatura tú, de Enrique de Jesús Pimentel, de la colección Asteriscos, editado por la BUAP
se transmutan como en un caleidoscopio
esperando la voz del que la ama
para beber su fuerza de rocío
sobre el abismo anhelante.
El que la ama viene con la flor de sus caídas
y los cabellos mojados de la noche,
el oro de los perfumes y una delgada pregunta
que entra a través de la ventana.
La esbelta cintura que acude a sus cerrojos
y recrea el almíbar de la piel desnuda,
el gusto a magma del labio adelantado
¿Cómo es la voz de ese que la ama?
¿Cómo es la mano que suda en agua de jazmines
cuando abre la puerta y sólo la ciudad irrumpe?
Él ya no está. Y aunque lo busque,
no es esta noche de conjurados y guardias susurrantes
la más propicia para curar nuestras heridas
y combatir el virus del amor.
Tomado de la sección La raíz de los sueños, del libro Criatura tú, de Enrique de Jesús Pimentel, de la colección Asteriscos, editado por la BUAP
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