Somos la contradicción
amurallada
en el fin del amor.
¿No dije que el amor no tenía fin?
Entonces porque mis sentidos
ya no están alterados,
y mi casa
se ha convertido
en el único sitio
donde no quiero estas.
¿Por qué esquivo tu nombre
de las conversasiones
y luego hablo de ti
como de un mundo ajeno
de un planeta sin luz
del que hubiera leído
las cosas más extrañas?
Cuál precio duele más
en la alta jerarquía del sentimiento,
¿El amor o el olvido?
¿Y si aún hay amor,
y si el olvido no bloquea la memoria
hasta el punto que arde?
¿Y si volvemos a intentarlo juntos,
qué sería de nosotros?
Silvia Tomasa Rivera, "Somos la contradicción amurallada"
en Como las uvas, p.93.
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