1
Que el amor sea con nosotros,
errantes en círculos perpetuos
donde todo empieza en cada punto.
Todo trabajo es nuevo ahora;
es nueva ahora tu palabra
en cada ocasión que me designa.
Vértigo inmóvil de la rueda,
estable torre de la flama,
quietud paciente de la lluvia.
las viejas lumbres de mis huesos.
Y todo transcurre hacia sus causas.
2
Bueyes, puercos años han pisado
sobre mí. Surcándome, pudriéndome.
Qué pesadumbre encolmillada,
qué patas, qué escamas, qué desastre.
Hoy muchos muertos me acompañan
y muchas pobrezas, y sepulcros
abiertos, sin causa recordados,
brotan, vomitan, me apedrean:
con barras de nuesos me encarcelan.
Y la memoria me devuelve
míseros, amargos niños; rabias
envejecidas como calles
anónimas, como estar enfermo.
mundo me encuentro; como en otro
tiempo, me persigo en ese tiempo
de otra ciudad entre los muros
de aquella ciudad que tú abrazabas;
que fuera lengua tuya, voces,
sabores; luz de piel viajera,
trenes del camino en que llegaste.
De «Albur de Amor» de Rubén Bonifaz Nuño (México) Colección Letras Mexicanas
Fondo de Cultura Económica
México, 1987
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