Uno está a la orilla del mar
salándose los ojos.
No hay otro modo de estar.
Uno es el perro ciego ladrándole a la luna
entre el garrote y la mofa.
No hay otro modo de ser.
Uno grita hasta reventarse el cuerpo,
y no hay sosten posible,
ni cielo para crecer,
ni luz para beber,
sólo este oscuro destino de isla sorda
donde la sal relame los bordes de su orilla.
salándose los ojos.
No hay otro modo de estar.
Uno es el perro ciego ladrándole a la luna
entre el garrote y la mofa.
No hay otro modo de ser.
Uno grita hasta reventarse el cuerpo,
y no hay sosten posible,
ni cielo para crecer,
ni luz para beber,
sólo este oscuro destino de isla sorda
donde la sal relame los bordes de su orilla.
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