I.
La lengua de la insomne se diluye en polvo nubecino, en espumecida grieta de la noche. Su voz atormentada verba cicatrices y sollozos, es violenta podredumbre que desnuda al ciego, al vagabundo, al más triste. Turbias las pupilas de la insomne, dilatadas. No sabe mirar con ojos tumefactos, no sabe llorar ni mudecer, y ha olvidado que está sola, terriblemente sola. Lleva el vientre dolorido y macerado, los pezones ebrios, la cadera enmoheciéndole los pasos y sus huellas: Va la insomne acariciando su locura, va la insomne a relamer sus llagas nochecidas: así arrastra sus visiones y quimeras: migrando hacia su tumba.
II.
Vamos a migar el pan de la tristumbre. Con ojos desdentados miraremos yertos mares, con pútridas axilas beberemos sangre sin semillas; así vendrá a nosotros aquel pájaro —inhalado semen pubescente— a preñarnos de silencios, a sembrarnos sus gemidos en la boca, a lamernos el muñón oscuro del insomnio. Habrá nada que decir cuando el sexo entumecido se deshoje y humedezca, habremos de callarlo todo: sólo un recuerdo, desollado y mudo, llorará la tarde en que mi vientre se eclipsó bajo tu nuca.
III.
Tristísimo el nocturno orgasmo —lágrima de sol y de saliva—, triste el más deshabitado sur de cada noche, la mujer de ojos lunares, la que grita esperas con lactante lengua y desangra el pubis del insomnio. Tristívora mujer. En el clítoris tatuado lleva el luto de los astros, la raíz de una libélula, el aroma de la espuma y de los hombres. Hermosa la mujer. Hembra larvecida por el miedo y por el hambre. Mujerísima y enferma: vientre fértil de vacío y sequedad, cicatriz de la mañana.
*Daniela Camacho (Culiacán, Sinaloa, México, 1980). Se graduó de ingeniería industrial y de sistemas por el ITESM; estudia lengua y literaturas hispánicas en la UNAM. Publicó los poemarios En la punta de la lengua (Tintanueva, 2007) y Plegarias para insomnes (Editorial Praxis, 2008); y el libro de palíndromos Aire sería (Editorial Praxis, 2008). Es fundadora y miembro del consejo de redacción de la revista El Puro Cuento
La lengua de la insomne se diluye en polvo nubecino, en espumecida grieta de la noche. Su voz atormentada verba cicatrices y sollozos, es violenta podredumbre que desnuda al ciego, al vagabundo, al más triste. Turbias las pupilas de la insomne, dilatadas. No sabe mirar con ojos tumefactos, no sabe llorar ni mudecer, y ha olvidado que está sola, terriblemente sola. Lleva el vientre dolorido y macerado, los pezones ebrios, la cadera enmoheciéndole los pasos y sus huellas: Va la insomne acariciando su locura, va la insomne a relamer sus llagas nochecidas: así arrastra sus visiones y quimeras: migrando hacia su tumba.
II.
Vamos a migar el pan de la tristumbre. Con ojos desdentados miraremos yertos mares, con pútridas axilas beberemos sangre sin semillas; así vendrá a nosotros aquel pájaro —inhalado semen pubescente— a preñarnos de silencios, a sembrarnos sus gemidos en la boca, a lamernos el muñón oscuro del insomnio. Habrá nada que decir cuando el sexo entumecido se deshoje y humedezca, habremos de callarlo todo: sólo un recuerdo, desollado y mudo, llorará la tarde en que mi vientre se eclipsó bajo tu nuca.
III.
Tristísimo el nocturno orgasmo —lágrima de sol y de saliva—, triste el más deshabitado sur de cada noche, la mujer de ojos lunares, la que grita esperas con lactante lengua y desangra el pubis del insomnio. Tristívora mujer. En el clítoris tatuado lleva el luto de los astros, la raíz de una libélula, el aroma de la espuma y de los hombres. Hermosa la mujer. Hembra larvecida por el miedo y por el hambre. Mujerísima y enferma: vientre fértil de vacío y sequedad, cicatriz de la mañana.
*Daniela Camacho (Culiacán, Sinaloa, México, 1980). Se graduó de ingeniería industrial y de sistemas por el ITESM; estudia lengua y literaturas hispánicas en la UNAM. Publicó los poemarios En la punta de la lengua (Tintanueva, 2007) y Plegarias para insomnes (Editorial Praxis, 2008); y el libro de palíndromos Aire sería (Editorial Praxis, 2008). Es fundadora y miembro del consejo de redacción de la revista El Puro Cuento
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